miércoles, 2 de junio de 2010

La «medusa» que descontamina ríos


Martes, 01 de Junio de 2010 .

Physalia es el nuevo proyecto de Vincent Callebaut, un buque que pretende cruzar los cauces fluviales de Europa con exposiciones sobre los entornos naturales, mientras purifica el agua a su paso y sirve de laboratorio para la investigación sobre nuevos métodos de saneamiento.
Aunque los datos de la ONU son alentadores cuando afirman que el 90 por ciento de la población mundial bebe y utiliza agua apta para el consumo. Entre Directivas Marco del Agua y proyectos de análisis institucionales sobre el estado de las aguas y la concentración de nuevos agentes contaminantes, como las drogas, aparecen ideas extraoficiales de lo más audaces. Es el caso del Physalia, un concepto arquitectónico francés, un futurista anfibio diseñado por Vincent Callebaut y que toma su espectacular forma de la medusa Physalia physalis, más conocida como la carabela portuguesa. Este experimental buque-ágora pretende cruzar los cauces fluviales de toda Europa con exposiciones temporales sobre los entornos naturales, mientras purifica el agua a su paso y sirve de laboratorio internacional para la investigación sobre nuevos métodos de saneamiento. «El hombre está en el centro de este proyecto biónico que recomienda el equilibrio entre las acciones humanas y el respeto del medio ambiente», explican fuentes del estudio arquitectónico.

Cubierto o al aire libre

Su particular estructura desmontable albergará en su casco una doble membrana neumática con paneles fotovoltaicos que generarán la energía necesaria para el funcionamiento de las instalaciones e hidroturbinas en la parte inferior para utilizar la fuerza de la corriente y moverse por los ríos. Una capa de aluminio recubre la estructura de acero y además está envuelto por una capa de óxido de titanio que, al reaccionar con los rayos ultravioletas, limpiaría el agua, al menos en teoría. «Es como en las depuradoras, donde se irradia el agua para eliminar las bacterias. Pero si el agua tiene turbidez y no pasa la luz…», matiza Iñaki Vadillo, investigador del grupo de Hidrogeología y profesor de la Universidad de Málaga.

Toda la cubierta se mueve para poner fin al trabajo de los paneles solares y los jardines superiores, desvelando al mismo tiempo parte de su distribución interior, programada en torno a cuatro grandes espacios. El jardín del agua representa la puerta de entrada a la nave y estaría reservada a las exposiciones temporales.

Mientras el techo está cerrado, su superficie metálica absorbe y refleja la luminosidad de las aguas, aunque puede desaparecer dando paso a un ambiente abierto a la brisa fluvial. El área de la Tierra es el corazón de este gran buque, porque es el centro de la arquitectura y porque en él se desarrollarán los trabajos de laboratorio de los investigadores. La zona más profunda contaría con sillones para la relajación, una enorme vitrina central en la que ardería un fuego en claro contraste con los ojos de buey de la sala para admirar la panorámica de la fauna y la flora local. Y por último el jardín del aire, un anfiteatro abierto al ambiente y creado con el fin de ser el foro de discusión y punto de encuentro de visitantes, investigadores y ciudadanos.

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